17/8/10

De quan el poble era present i ses festes de vacances

Passades ja ses festes, es necessari purgar l'esperit i condicionar el cos amb l'oportuna reflexió. Per això, sigueu avui convidats a la taula d'en “Salvador Paniker” - filòsof i pensador - que reflexiona breument sobre el cap d'any de 1995. Fem ses seves paraules nostres i assolirem així una mes propera consciència sobre l'autèntic significat de la festa. Avui potser seré més extens, però crec que la lectura ve s'ho val i el tema es prou important.

“Las gentes, las fiestas. Hubo un tiempo en que las ceremonias del Año Nuevo tenían significación sagrada, eran la reiteración simbólica de la cosmogonía, el recuerdo del primer día en que el mundo fue creado. Hoy, ya se sabe, las solemnidades están huecas, las costumbres son amnésicas. Esta noche pasada, las gentes parecían muy excitadas celebrando el cambio de una hoja de calendario. Curiosamente, significativamente, son los jóvenes quienes más parecen seguir necesitando la celebración de las fiesta recurrentes, esa mezcla de religión y ritmo, de retorno al origen y anestesia. Por que el concepto de fiesta es religioso, arcaico, cósmico y agrícola.”

“Nota: Sostenía Sigmund Freud que la fiesta arranca del sacrificio original, anterior a la agricultura y al fuego, y que no tuvo en un principio la significación de la ofrenda a una divinidad enojada. El sacrificio fue perpetuado de forma simbólica con la muerte del animal totémico, que se consumía totalmente crudo. El psicoanálisis ha relevado que el animal totétimico es una sustitución del padre. En consecuencia, la fiesta es alegría y duelo, el rito perpetuado del sacrificio original, que es el asesinato originaril, que es el asesinato del padre.”

“Perfectamente. Nadie sigue ya a Sigmund Freud en esta remota especulación suya. Hoy pensamos – es decir, lo pienso yo – que la fiesta es tranquilizante en la medida en que se reinstaura el tiempo cíclico del mito. La fiesta es ambivalente en tanto que autoriza a realizar lo prohibido, satisface la tendencia a mantenerse dentro y fuera de la norma. La fiesta es antigua como la conciencia humana. La fiesta es catarsis, exorcismo que nos libera de la maldición de ser, epifanía de lo asombroso, una orgía secretamente ligada a la tragedia.”

“No hubo manifestación literaria de la tragedia en la Edad Media cristiana, pero hubo un acting out expresado colectivamente en las fiestas de los locos y otras irregularidades. La fiesta de los locos consistía en que los clérigos y los burgueses, obispos y plebeyes, cubrían sus rostros con máscaras, recitaban refranes licensiosos, cantaban, bailaban, fornicaban, tergiversaban el orden cósmico, no dejaban dormir a sus vecinos. Esto ocurría especialmente el día primero de cada año, y la costumbre duró hasta bien entrado el siglo XVI, cuando el nacimiento del primer capitalismo industrial sofocó los alborozos del homos festivus.”

“Lo dicho: la fiesta, el culto a Dionisio, es un exorcismo, la liberación del fardo de la identidad – de ahí el simbolismo de las máscaras-, la ruptura transitoria del orden. A señalar que el referente del orden es siempre el Uno, y que la fiesta es la irrupción de la pluralidad. La fiesta es una respiración, un margen para el caos.”

“En fin. La fiesta es tiempo sagrado, un asunto muy antiguo, y resulta bastante deprimente el espectáculo de todas esas gentes que desconocen el origen de sus pulsiones y se apuntan a lo que les hechen.”


Només afegiré, a tall de complement a aquestes darreres paraules d'en Salvador, que molt hem sembla que l'interès material ha passat al davant del lúdic festiu. I aquest – l'econòmic –,malgrat que podia venir tant per la dreta com per l'esquerra, li ha passat ben be pel damunt. La festa es “nostra”, ens pertany per que en formem part, mireu en el vostre interior i inspeccioneu els vostres sentiments. En el meu dues paraules sobresurten sobre la resta, decepció, però sobretot VERGONYA.